Podcast: Megaproyectos en Chiapas


Más de la mitad del estado de Chiapas está siendo amenazada con megaproyectos de inversión capitalista, como mineras, carreteras, represas, extracción de petróleo, monocultivos, proyectos turísticos, extracción de grandes cantidades de agua por la Coca-Cola, y otros proyectos que cambian el suelo, destruyen los humedales, los bosques y que contaminan las aguas, y que se están intensificando tanto en el campo como en la ciudad.

Desde nuestra perspectiva ecofeminista crítica, en este pod cast evidenciamos el patriarcado capitalista como el sistema que crea todas las opresiones, explotaciones, violencias y discriminaciones que vive la humanidad y la naturaleza.

Podcast: Territorio Cuerpo Tierra


El ecofeminismo parte de la estrecha relación entre dominación de la naturaleza y dominación de las mujeres en el sistema capitalista patriarcal. En este modelo, tanto el cuerpo de la tierra como el cuerpo de las mujeres viven diferentes violencias y dominaciones.

En este audio, evidenciamos que el territorio-cuerpo es el primer espacio de autodeterminación que habitamos. Por eso, la defensa del territorio pasa, necesariamente, por la defensa de los cuerpos de las mujeres.

Memoria de las Jornadas Ecofeministas por la defensa del territorio cuerpo tierra

Con mucha satisfacción, presentamos la Memoria de las Jornadas Ecofeministas por la Defensa del Territorio Cuerpo-Tierra, realizadas por Agua y Vida: Mujeres, Derechos y Ambiente en los días 4 y 5 de agosto de 2017.

Estas Jornadas fueron las primeras a ser realizadas en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, y tuvieron como propósito el de posicionar el Ecofeminismo en la región, a partir de su argumento principal de que el sistema patriarcal capitalista se sostiene en la dominación y explotación de la naturaleza y en la dominación y explotación de las mujeres. Mientras que la naturaleza es dominada, explotada por medio de proyectos de desarrollo extractivistas, que existen en el Sur Global desde la época de la Colonia y expresa el modelo de capitalismo por despojo, las mujeres son dominadas y explotadas por medio de los mandatos patriarcales de los roles de género, el trabajo doméstico y de cuidados y el amor romántico que se expresa en la familia heteronormada. Además, las Jornadas buscaron ser un espacio para que mujeres pertenecientes a organizaciones sociales y activistas se conocieran, dialogaran en torno a temas comunes y pudieran tejer alianzas. También fue una forma de construir un espacio para que las promotoras y defensoras de los derechos de las mujeres pudieran organizarse, encontrarse y compartir sus prácticas, análisis y reflexiones sobre tres grandes temas estrechamente relacionados entre sí:
* Gin-Ecología: cuerpo, derechos sexuales y reproductivos.
* Afectos, poderes y crítica al amor romántico: violencia hacia las mujeres y feminicidios en Chiapas, resistencias lesbianas frente al patriarcado.
* Defensa del territorio-tierra: derechos ambientales, derecho a la tierra y al territorio, geografía ecofeminista, situación de las defensoras ambientales y del acceso de las mujeres a la tierra.

Las Jornadas se inscriben en el objetivo amplio de Agua y Vida de aportar a la transformación de las relaciones sociales, políticas y económicas que sostienen al patriarcado capitalista que promueve diversas formas de violencia hacia las mujeres y la Naturaleza.

Es así que como ecofeministas abogamos por acciones, reflexiones y alternativas ético políticas que nos ayuden a replantear la actual crisis ambiental, política y civilizatoria. Transformar la cultura patriarcal capitalista desde un enfoque ecofeminista implica hacer una crítica directa a las sociedades machistas, consumistas, extractivas, individualistas y violentas que atentan contra la Naturaleza y otras poblaciones históricamente subordinadas, sobre todo las mujeres.

Memoria de las Jornadas Ecofeministas por la defensa del territorio cuerpo tierra

Cartografías Ecofeministas para la defensa del territorio cuerpo tierra

Una de las manifestaciones más fuertes de despojo es el extractivismo, que afecta tanto el territorio, la diversidad biológica y su ecosistema, como los cuerpos y emociones de las personas que lo habitan.

Desde el *ecofeminismo*, nos interesa analizar y profundizar los impactos de los megaproyectos extractivistas tanto en la explotación de la naturaleza, la degradación de los ecosistemas y la expropiación del territorio por medio de las empresas, como en la vida de las mujeres que habitan estos territorios.

Este folleto se basa en los procesos formativos que hemos desarrollado con liderezas comunitarias, y aquí lo compartimos para seguir fortaleciendo nuestras luchas.

Las propuestas que aquí presentamos forman parte del gran acervo de metodologías y dinámicas de grupo de la educación popular feminista, que son usadas por nosotras desde hace más de 10 años y que esperamos sigan siendo replicadas y mejoradas para que más y más grupos de mujeres realicen sus procesos de recuperación del poder personal y colectivo para cambiar el sistema. Las compartimos desde la generosidad, desde nuestros valores de que los saberes se construyen en conjunto y sólo tienen sentido cuando son compartidos.

Descarga aquí las Cartografías. ¡Copia, pega y comparte!

Infografía: Trabajo Doméstico y de Cuidados

Infografía: Trabajo Doméstico y de CuidadosInfografía: Trabajo Doméstico y de Cuidados

En el marco de la institución familiar los trabajos domésticos y de cuidados se consideran labores de las mujeres, no solamente de las esposas, sino de las madres, las hijas, las abuelas, las hermanas, las nietas y cualquier otra mujer que componga el núcleo familiar. No es un trabajo reconocido como tal y, por lo tanto, no remunerado para las mujeres que lo realizan en sus propias casas, pero que, sin embargo, es un baluarte fundamental en la reproducción de los seres humanos que, a la vez, garantiza la producción de otros bienes y servicios. Por lo tanto, es parte imprescindible de la economía de un país, puesto que los servicios y cuidados que comprende el trabajo doméstico son conceptos donde ni el Estado, ni los empresarios, invierten recursos para su realización. Es un trabajo gratuito que realizan las mujeres.
#TrabajoDomestico

Materiales sobre trabajo doméstico y de cuidados

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En el marco de la institución familiar los trabajos domésticos y de cuidados se consideran labores de las mujeres, no solamente de las esposas, sino de las madres, las hijas, las abuelas, las hermanas, las nietas y cualquier otra mujer que componga el núcleo familiar. No es un trabajo reconocido como tal y, por lo tanto, no remunerado para las mujeres que lo realizan en sus propias casas, pero que, sin embargo, es un baluarte fundamental en la reproducción de los seres humanos que, a la vez, garantiza la producción de otros bienes y servicios. Por lo tanto, es parte imprescindible de la economía de un país, puesto que los servicios y cuidados que comprende el trabajo doméstico son conceptos donde ni el Estado, ni los empresarios, invierten recursos para su realización. Es un trabajo gratuito que realizan las mujeres.

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El trabajo doméstico tiene como principales características la intensidad y su adjudicación a las mujeres de cualquier núcleo familiar y/o social. La intensidad significa que varias tareas pueden hacerse al mismo tiempo: mientras se cuece la comida, se tienden las camas y al mismo tiempo se remoja la ropa para lavar. Cuando se llevan a los hijos e hijas a la escuela de paso se realizan los pagos de servicios. Mientras los hijos e hijas están en sus labores de esparcimiento se aprovecha para hacer compras. Mientras los niños y niñas hacen las tareas se hace la cena.

El trabajo doméstico implica una fuerte inversión de energía y esfuerzo físico, puesto que se utiliza todo el cuerpo en realizar actividades pesadas. También requiere esfuerzo y agilidad mental, puesto que se realizan varias actividades al mismo tiempo. Es un trabajo rutinario y tedioso que requiere una gran organización del tiempo y el espacio para generar las condiciones suficientes y necesarias para procurar el bienestar del núcleo familiar. Por lo tanto, es un trabajo que no tiene horarios fijos, ni recompensas, ni gratificaciones de ningún tipo.

Mientras que el trabajo que realizan los hombres (ese sí considerado productivo e importante) contempla una jornada determinada y se limita al sostenimiento económico de una casa y/o familia, que no implica la realización de otras tareas para el cuidado familiar. En cambio, el trabajo doméstico que realizan las mujeres es un trabajo que nunca termina, que siempre vuelve a empezar, puesto que se realiza a la hora que sea. Si a esto sumamos que numerosas mujeres también trabajan fuera de casa, la jornada de trabajo es doble.

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Amor romántico+trabajo doméstico+cuidados=explotación:
Las actividades y habilidades que constituyen los trabajos de cuidados son consideradas como “cosas” que realizan las mujeres de manera “natural” dentro del marco de la familia y también fuera de él, con base en supuestas características innatas de sensibilidad, generosidad, maternidad, afectividad y capacidad de cuidar a otros y otras. La naturalización de las mujeres como cuidadoras, guardianas y protectoras de la vida ha implicado que estas actividades recaigan sobre todo en las mujeres, que no sean reconocidas como trabajos y por lo tanto sean invisibilizadas y no remuneradas.

Dar atención, confiar, estimular, animar, apoyar, acompañar, escuchar, contener, proporcionar ideas, estar disponible, agradar, ayudar, entender, tener empatía, acariciar, abrazar, estar disponible emocional, física y sexualmente – implica energía mental, física y emocional. Estas acciones se dan a partir de emociones y sentimientos con una gran carga emocional y física de “entrega”. También desgasta, cansa y requiere de tiempo, tiempo que implica dejar de pensar y sentir y cuidarse a una misma para dedicarse a la otra persona. Según el modelo de desarrollo moral patriarcal, las mujeres alcanzan su máxima plenitud y satisfacción personal a través del cuidado de otras personas, del autosacrificio, de olvidarse a sí mismas y “ser para otros”. Aunque muchas mujeres consideran que su estímulo es cuidar y servir a los demás, incluso a costa de ellas mismas, vale la pena cuestionarnos sobre: si son trabajos que se realizan por afecto y atención ¿por qué les cuesta a los hombres realizarlo? La universalización del trabajo de cuidados es apremiante si realmente queremos construir una sociedad justa, equitativa, en donde la dignidad de la vida sea una realidad.

El mito del amor romántico ha sido fundamental para la construcción de roles de mujeres que como compañeras, amigas, esposas, madres, hijas, hermanas, nietas y abuelas, asuman responsabilidades y actividades al servicio de otras personas. Se piensa incluso que el trabajo doméstico que realizan las mujeres en el marco del matrimonio es parte del contrato y la complementariedad de las obligaciones y responsabilidades de la pareja. Así, el trabajo doméstico y de cuidados se ha transformado en “cosas que realizan las mujeres” por amor, de manera voluntaria y gratuita, siendo al parecer un servicio personal que poco o nada tiene que ver con el capital.

Se trata de un amor de consumo, un amor privatizado y estereotipado, por lo que podemos hablar de un Capitalismo Romántico, entendiendo que este ideal de amor es plenamente funcional al sistema, pues favorece la entrega gratuita de los tiempos y “energías amorosas” de las mujeres para mayor crecimiento y acumulación del capital.

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Trabajo doméstico+racismo+clasismo= trabajadoras del hogar:
Es importante diferenciar entre trabajo doméstico y de cuidados, del empleo doméstico, pues el primero es aquel que recae en la mayoría de las mujeres dentro de la institución familiar, y el otro es aquel que realizan mujeres, sobre todo de origen rural y urbano marginal, racializadas, migrantes y pobres, en casas ajenas a cambio de un sueldo. En ambos casos, estos trabajos son infravalorados, a pesar de su importancia trascendental para la reproducción humana, que permite a su vez la producción de bienes y servicios y el funcionamiento del sistema capitalista.

Actualmente hay 2.4 millones de empleadas del hogar en México, de las cuales 95% son mujeres y representan el 10% de la población económicamente activa femenina. Sólo 1% de las empleadas del hogar cuenta con contrato de trabajo por escrito , 92% de estas carecen de seguridad social y el 97% no tiene acceso a servicios médicos.

En Chiapas, la mayoría de las empleadas del hogar son de origen indígena, expulsadas por la pobreza de sus lugares de origen, y que han migrado a las ciudades con la expectativa de mejorar sus condiciones de vida. Muchas de ellas han salido de sus comunidades desde la infancia, encontrando en el empleo del hogar una de sus pocas oportunidades de sobrevivencia, trabajando desde niñas enganchadas por los patrones, laborando jornadas extensas por salarios muy bajos y en condiciones de semi-esclavitud.

El racismo, la discriminación y la explotación han sido las características de las relaciones laborales establecidas con sus empleadores. En muchos casos ni siquiera se les reconoce como trabajadoras, sino como prestadoras de una ayuda en casa ajena: se les ofrece techo y comida como parte del pago a su trabajo. El manejo deficiente del español y la poca o nula educación básica favorecen aún más la explotación y las mantiene aisladas en un contexto desfavorable que no les reconoce los mínimos derechos humanos y laborales.

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Además, la división sexual del trabajo recae en otros ámbitos y aspiraciones laborales de las mujeres, dónde se repite una atribución genérica de condiciones, calificaciones y especialidades en la idea de asociación: mujer=reproducción/cuidados. De tal manera que las mujeres son recluidas en trabajos asalariados que responden a esas consideraciones, como es el empleo doméstico. Sin embargo, a diferencia de otros trabajos de reproducción y servicios, en el empleo doméstico impera la consideración de ser un trabajo que por “naturaleza” realizan las mujeres por ser mujeres, pero no sólo: debido a esa naturalización, las actividades que comprende el trabajo doméstico no son consideradas un trabajo en sí, sino como esas “cosas” que las mujeres hacen en sus casas. Entonces, debido a que el trabajo doméstico que las mujeres realizan en sus propias casas no es pagado, sino parte de sus servicios gratuitos en sus papeles de esposas y madres, se justifica que las empleadas del hogar perciban salarios muy bajos.

En ese sentido, es posible afirmar que en relación con el empleo doméstico, prevalecen los mismos juicios de valor, desigualdades y explotaciones que se suceden en el trabajo doméstico. De igual manera, el empleo doméstico es subvalorado, carece de “status” laboral y se considera un trabajo no calificado, es decir, que no se necesitan conocimientos ni habilidades específicas para realizarlo, por lo tanto, es un trabajo mal pagado y sin acceso a los más básicos derechos humanos laborales.

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Por estas razones, es necesario introducir otras categorías que consideramos fundamentales para el análisis de la construcción de las identidades de las mujeres, en este caso trabajadoras y empleadas del hogar en condición marginal. En este sentido, visibilizamos el hecho de que “las mujeres” no pueden consideradas como un sujeto homogéneo, o que todas las mujeres experimentan la misma condición de género.

Eso significa reconocer que las desigualdades y violencias que viven las mujeres no iguales para todas, puesto que la posición de clase, la condición étnica y el color de piel, impactan de manera diferenciada en sus experiencias. Como se ha mencionado, la mayoría de las empleadas del hogar son mujeres que viven situaciones de marginación y, en muchos casos, son migrantes indígenas a los núcleos urbanos. Es por eso, que es imprescindible reconocer que no únicamente la construcción del género es un factor de desigualdades, sino también la pobreza, que coloca a las empleadas del hogar en cierta posición de clase, así como los orígenes étnicos que justifican el racismo.

En este sentido, es pertinente reflexionar sobre la premisa habitual en relación a que todas las mujeres comparten la misma opresión y la viven de la misma manera como un destino común, negando factores como la clase y la raza, que son experiencias que impactan las vivencias a causa de la opresión por género, por lo que ésta no es unidireccional ni homogénea. Se vuelve imprescindible, por lo tanto, analizar sobre de qué manera las múltiples opresiones que experimentan las mujeres se han homogenizado bajo una opresión común: la de género, relegando así otras experiencias de opresión vividas por las mujeres de clases bajas y racializadas.

Este debate tiene transcendental importancia, una vez que las mujeres que se dedican al trabajo doméstico asalariado, son de origen rural, buena parte de ellas indígenas y/o migrantes. Las condiciones de marginación en sus lugares de origen las ha llevado a migrar a las ciudades, dónde el servicio doméstico se vuelve una de sus pocas alternativas de sobrevivencia económica. El empleo doméstico se convierte así en una opción laboral relegada para las mujeres en mayores condiciones de marginación, quiénes se ven obligadas a aceptar salarios míseros para subsistir. Además, las empleadas del hogar viven impactos por la discriminación a causa de su origen étnico, situaciones que las llevan a experimentar violencias específicas marcadas por el racismo estructural, como mecanismo de dominación.

Por lo general, se ha construido la categoría “mujer” en sujeto de derechos y reivindicaciones, con base en un modelo específico de mujer: mestiza, urbana, de clase media. Sobre esas características se han definido demandas específicas de género homogéneas y universales, convirtiéndose la “opresión de las mujeres” en un sinónimo de la condición de todas las mujeres pero referenciadas según la experiencia de las mujeres de clase media.

Si bien resulta evidente que muchas mujeres sufren la tiranía sexista, hay pocos indicios de que este hecho forme ‘un vínculo común entre todas las mujeres’. Hay muchas pruebas que demuestran que las identidades de raza y clase crean diferencias en la calidad, en el estilo de vida y en el estatus social que están por encima de las experiencias comunes que las mujeres comparten; y se trata de diferencias que rara vez se trascienden (Bell Hooks, 2004: 37).

Estos planteamientos son nodales para una reflexión crítica y políticamente situada del trabajo doméstico asalariado. Proponemos que las mujeres nos pensemos como sujetas construidas desde la intersección de las opresiones de género, raza y clase, para poder constituirnos como actoras de cambios sociales y políticos contra hegemónicos.

Campaña: El trabajo de cuidados es tarea de todxs

Campaña El trabajo de cuidados es tarea de todxs

Campaña El trabajo de cuidados es tarea de todxs

¿Quién te cuida? ¿A quién cuidas?

El modelo de desarrollo neoliberal actual, patriarcal-capitalista-globalizado, ha reforzado y profundizado la división sexual del trabajo. Aún son las mujeres las que cargan con la responsabilidad-obligación de los trabajos domésticos y de cuidados que permiten la sostenibilidad de la vida.

Los trabajos doméstico y de cuidados son todas aquellas actividades que las mujeres realizan en el ámbito doméstico o fuera de él con el fin de garantizar la vida de las y los integrantes del hogar. Para realizar el trabajo doméstico y de cuidados, ya sea en comunidades, pequeñas o grandes ciudades, las mujeres invierten tiempo, fuerza física, concentración, inteligencia, desarrollan estrategias y saberes, se cansan, se sobrecargan, muchas veces se lastiman, se desgastan. Es el trabajo que constantemente reproduce las relaciones y permite la vida cotidiana, que se ubica en la esfera de los afectos y del deber-ser, en el ámbito de lo privado.

_Gestar, parir, amamantar, atender a hijas e hijos en todos los aspectos de su vida (atención, educación, salud), lavar ropa, limpiar la casa, ahorrar agua y energía, regar las plantas, hacer la compras, cocinar, proveer de ropa, hacer los pagos y trámites administrativos (pagos de agua, luz, teléfono, predial, etc.), ahorrar, distribuir internamente el dinero, priorizar gastos, las reparaciones domésticas, entre otras; y en contextos rurales: todo eso además de cargar agua, leña, limpiar la milpa, sembrar, cosechar, cuidar el solar familiar. Además, incluye la atención y contención emocional y afectiva, las atenciones y el cuidado de personas enfermas y personas parcial o totalmente dependientes._

*El sistema capitalista se sostiene en la dominación y explotación de la naturaleza y en la dominación y explotación del cuerpo y fuerza de trabajo de las mujeres.*

Hoy en día, más que nunca, el mercado ocupa el centro de la vida, apropiándose de las energías, conocimientos y tiempos de las mujeres para ponerlos a su servicio.

El *ecofeminismo* argumenta que los *seres humanos somos ecodependientes e interdependientes*: dependemos unas de las otras, en mayor o menor medida, en diferentes fases o etapas de la vida, dependemos del tiempo, de la energía y de los recursos de otras personas puestos a disposición de nuestro cuidado. Dependemos de la naturaleza, de los bienes comunes naturales, de los alimentos, del aire limpio, del ciclo del agua, del fuego… Son los trabajos de cuidados y la naturaleza los que aseguran la reproducción social, los que sostienen la vida… y el patriarcado capitalista.

Conoce aquí la campaña

Campaña: El trabajo Doméstico y de Cuidados es tarea de todxs

El sistema capitalista se sostiene en la dominación y explotación de la naturaleza y en la dominación y explotación del cuerpo y fuerza de trabajo de las mujeres. Hoy en día, más que nunca, el mercado ocupa el centro de la vida, apropiándose de las energías, conocimientos y tiempos de las mujeres para ponerlos a su servicio.

El *ecofeminismo* argumenta que los seres humanos somos ecodependientes e interdependientes: dependemos unas de las otras, en mayor o menor medida, en diferentes fases o etapas de la vida, dependemos del tiempo, de la energía y de los recursos de otras personas puestos a disposición de nuestro cuidado. Dependemos de la naturaleza, de los bienes comunes naturales, de los alimentos, del aire limpio, del ciclo del agua, del fuego… Son los trabajos de cuidados y la naturaleza los que aseguran la reproducción social, los que sostienen la vida… y el patriarcado capitalista.

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Curso Ecofeminismo Segunda Generación

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En este curso proponemos, desde la educación popular feminista, hacer una mirada crítica de nuestras realidades inmediatas –marcadas por el capitalismo patriarcal desarrollista– para saber dónde estamos paradas, identificar los problemas y proponer alternativas orientadas hacia la sostenibilidad de todas las formas de vida del planeta. Incursaremos en los inicios del ecofeminismo y sus diversas corrientes, e iremos profundizando de modo a tejer puentes de análisis entre estas teorías y temas específicos, como por ejemplo la defensa del territorio, la economía feminista, la soberanía alimentaria y la salud.

Creemos en los procesos formativos que nos inspiren a pensar y a elaborar nuestra crítica de manera colectiva, deconstruir los postulados y valores patriarcales que han orientado y definido las formas de pensar, saber y comprender la realidad desde la condición de cautivas.

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