No queremos Coca Cola en Chiapas

Chiapas es el estado en donde se consume más refrescos en México. En la región de Los Altos, el consumo está arriba del promedio nacional: 821 litros al año, lo que equivalen a 2.25 litros por persona. Asimismo, presentamos uno de los mayores índices de marginalidad y de mortalidad en mujeres, niñas, niños y personas adultas mayores por desnutrición e infecciones gastrointestinales. Es gravísimo que, por falta de acceso al agua, Chiapas ocupe el primer lugar en el consumo de bebidas azucaradas del mundo.

Esto genera sin duda graves daños a la salud humana, debido a enfermedades como: hipertensión, diabetes, problemas renales y cardíacos, osteoporosis, caries dental, desnutrición y obesidad. En San Cristóbal de Las Casas, la empresa Coca Cola FEMSA tiene la concesión para extraer agua de 3 pozos profundos. La empresa extrae, diariamente, más de 1.6 millones de litros diarios (320  pipas 10,000  de Agua al día). En comunidades indígenas, la empresa vende sus productos con un precio de hasta 30% más bajo que el promedio nacional, generando una dependencia del refresco, pues en esas comunidades el agua no tiene calidad para consumo humano. Todo eso lleva a la pérdida de la identidad cultural y prácticas ancestrales. Coca Cola ha sustituido bebidas tan elementales como el agua, tan tradicionales como el pozol y tan espirituales como el posh (bebida extraída de la caña de maíz).

A su vez, esta explotación del agua genera una mayor presión sobre los ecosistemas de humedales de San Cristóbal, principalmente dos los de Lagos de María Eugenia y La Kisst, los cuales  son humedales de Montaña y que proveen el 70% de agua potable a la población. A pesar de que en 2008 estos sitios fueron declarados como áreas naturales protegidas con el carácter de zona sujeta a Conservación Ecológica, la problemática del agua se ha intensificado debido al crecimiento de la población, a la deforestación, la minería de arena y grava.

Desde Agua y Vida: Mujeres, Derechos y Ambiente, hemos visibilizado que debido a división sexual y genérica del trabajo, las mujeres son las principales cuidadoras y administradoras del agua para uso personal y doméstico, sin embargo no son reconocidas ni valoradas como tales. En contextos rurales e indígenas, esta situación se intensifica, toda vez que el servicio de agua entubada es casi nulo, y las mujeres y niñas necesitan recorrer largas distancias y emplear varias horas al día para el acarreo de agua para toda la familia, lo que implica un gran desgaste físico, generando problemas musculares, de espalda, dolores de cintura, de cabeza, caídas, abortos espontáneos, además de sufrir acosos o violencia sexual en el trayecto. Esto nos afecta en términos de Salud y dignidad.

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