22 de marzo: Mujeres que luchan por el agua

En el reflejo del agua, se observan los cientos de mujeres que luchan por cuidarla, respetarla y administrarla para seguir compartiendo la vida.

En marco del 8 de marzo, Día Internacional de Lucha de las Mujeres, y del 22 de marzo, Día Mundial del Agua, desde Agua y Vida y la Red de Defensoras del Agua y el Territorio, realizamos el panel: Mujeres que luchan por el agua. Nuestro propósito fue el de posicionar las luchas y apuestas políticas de las defensoras del agua en San Cristóbal de Las Casas, visibilizar nuestras preocupaciones, dificultades y principalmente las acciones que las mujeres organizadas realizamos para cuidar y defender el agua.

Nunca nos cansaremos de decir que las mujeres somos las principales usuarias del agua para uso familiar y para las actividades de supervivencia; somos las que la usamos para el trabajo doméstico, como la limpieza de la casa, el lavado de ropa y la preparación de alimentos. Y somos las más afectadas cuando no hay agua. El cuidado y la defensa del agua ha sido una lucha histórica de las mujeres, principalmente las mujeres históricamente marginadas y excluidas por el sistema patriarcal racista, capitalista y colonial.

Agua y extractivismo

Los proyectos extractivos como la minería, los monocultivos y la extracción de hidrocarburos afectan directamente al agua por medio de la contaminación con metales pesados y agroquímicos, y así generan una dinámica de escasez de agua para uso humano, para la agricultura y para los animales.

Por ejemplo, con respecto al monocultivo de palma aceitera, una sola planta de palma necesita por lo menos 30 litros de agua diarios. Respecto a la minería, ésta es una información representa todo un reto, ya que la Secretaría de Economía –instancia responsable de proporcionar la información para la ciudadanía– no reporta esta información de manera clara, transparente y confiable. Pero está lo suficientemente comprobado que la minería es una de las actividades industriales que más consume agua y que genera el mayor impacto sobre el medio natural, pues el agua, el suelo y el aire son grave e irreversiblemente afectados por las explosiones, la retirada y transformación de los minerales.

Mientras que empresas y corporaciones cuentan con grandes concesiones de agua, las mujeres y sus familias apenas tienen lo suficiente para sobrevivir – y eso cuando lo tienen.

Agua, crimen organizado y militarización

Los proyectos extractivos conllevan la militarización de los territorios. Las empresas, junto al gobierno, contratan agentes de seguridad privada y pública, y la presencia de las fuerzas castrenses en los territorios incrementan las violencias contra las mujeres: acoso sexual, hostigamiento, amenazas para las defensoras, criminalización de la protesta, desaparición forzada y feminicidios. En los últimos tres años, en Chiapas, la presencia de los cárteles del crimen organizado y los conflictos por el control del territorio se han intensificado, siendo que estos grupos están controlando también el acceso al agua. Los apagones de luz eléctrica y los toques de queda intensifican esta situación, siendo que las mujeres son las más afectadas por la violencia y las problemáticas relacionadas al agua, como la salud y la alimentación.

Las Mujeres Somos Agua

Entre nuestras acciones, además de visibilizar las iniciativas que las mujeres realizan para cuidar y defender el agua, entre las actividades del panel Mujeres que luchan por el agua, expusimos y debatimos sobre cuatro corto-documentales que narran las luchas de las mujeres por el agua.

Desde Zambia, conocimos las luchas de las mujeres de Mukonga Village; desde la Umravam, India, conocimos las estrategias de las mujeres de Gond Adivasi. Desde el estado de Pará, Brasil, conocimos las luchas de las mujeres del Quilombo Ilha de Merces. Y desde San Cristóbal, conocimos las luchas de las defensoras ambientales, plasmadas en el video Somos Agua realizado por Agua y Vida.

Las mujeres estamos realizando muchas acciones para la defensa del agua, a pesar del machismo que vivimos en los movimientos, en la sociedad y la cultura. Pero no nos intimidamos: nos organizamos cada vez más en contra de todas las fuerzas que buscan impedir nuestra lucha para que el agua sea cuidada y preservada.