Desde el ecofeminismo, las mujeres campesinas e indígenas han construido redes y colectivas en lucha contra la sobreexplotación de los bienes comunes, la defensa de las semillas y la lucha por la tierra. Se han organizado y manifestado en contra de la minería, la deforestación, la construcción de presas, grandes carreteras y otros megaproyectos de desarrollo que amenazan el territorio.
Han encabezado marchas y consultas populares en las cuales denuncian que la devastación ambiental y el extractivismo afectan a las mujeres en su vida diaria incrementando su carga laboral como recolectar agua, alimentar a su familia, cuidar su salud y la de los suyos, y las desplaza a contextos de mayor vulnerabilidad ante la violencia machista, la trata, la prostitución y los feminicidios.
Así, han ampliado las luchas por la defensa y recuperación de sus territorios hacia la lucha por la defensa y recuperación de sus cuerpos, siendo que por medio del activismo interpelan a los poderes patriarcales capitalistas, machistas y violentos propulsores de despojo en complicidad con los gobiernos.
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