Por mucho tiempo, y hasta ahora, los problemas, necesidades, propuestas y exigencias de las mujeres no han sido escuchadas por el sistema patriarcal capitalista en sus distintas versiones de poder (estatal, internacional, empresarial, etc.).
¿Por qué? simplemente porque en este modelo, las mujeres no somos sujetas sino objetos. Entonces ¿a qué financiadora le iba a importar que pasaba con los movimientos de mujeres en la década de los años de 1980?, ¿cuáles eran sus propuestas y necesidades de financiación? Pues sí importó. Importó para un grupo de cuatro mujeres feministas que de manera estratégica y sorora supieron, a través de su activismo, tomar sus condiciones de clase y ubicación geopolítica en el Norte Global para apostar por construir un mundo mejor. Esto las llevó a que en 1983 crearan el primer fondo internacional para la mujer: Mama Cash, enfocado en contribuir al fortalecimiento de los movimientos feministas.
Las fundadoras; Marjan Sax y sus cuatro compañeras feministas, nos cuentan que la construcción de este fondo feminista no ha sido un camino fácil, porque al haber dinero hay poder. La pregunta, entonces, era: ¿cómo equilibrar esa relación? Así que ellas han creado estrategias que permiten llevar el poder de la financiación a los grupos activistas de mujeres, niñas, personas trans e intersex que luchan por construir un mundo más justo y libre.
Cuatro décadas construyendo colectividades
El 25 de mayo Mama Cash nos invitó a celebrar este caminar. Fue un espacio de alegría, de compartir, reflexionar, reconocer y agradecer las muchas luchas y logros que se han venido tejiendo.
En el aniversario nos encontramos con personas de muchas y distantes latitudes: México, Colombia, Ecuador, Malawi (África), Indonesia (Asia) y por supuesto de Países Bajos, entre muchas nacionalidades más.
Nos reunimos cientos de personas para compartir lo que somos y hacemos. Se hizo presente la apuesta por la justicia climática feminista impulsada desde África, la lucha de la comunidad LGBTIQ+, y la necesidad del autocuidado y cuidado colectivo en la defensa de los Derechos Humanos. También compartimos el espacio con las personas que deciden poner su recurso económico al servicio de las causas sociales. No podemos dejar de mencionar a las integrantes del equipo Mama Cash, quienes hicieron que ese poderoso encuentro fuera posible.
Desde Agua y Vida: Mujeres Derechos y Ambiente, compartimos a través de una dinámica vivencial, la apuesta política del Cuerpo-Territorio como el primer espacio de lucha, de sabiduría, de protección y defensa. Nos pareció importante crear un espacio de reconocimiento individual y colectivo sobre las historias que habitan en nuestro cuerpo; historias de victorias, aprendizajes, historias de dolor, tristeza, frustración, historias de rabia y alegría, historias de estancamiento, impulso, y determinación. Es importante recuperar todas esas historias porque hacen parte de nuestra vida, de nuestras genealogías y porque es a partir de ellas que construimos todos los movimientos feministas.
Tal como ocurre en los procesos populares, pasamos de lo individual a lo colectivo, permitiendo un espacio de diálogo corporal más allá de la comunicación verbal, ¿qué me dice el cuerpo de mi compañera?, ¿qué historias la habitan?, ¿qué le dice mi cuerpo?, ¿cómo podemos comprendernos, acompañarnos, fortalecernos a partir de lo que cada una es?
La apuesta política feminista nos invita a reconocernos y reconocer a las otras, con todas nuestras complejidades, porque es desde ahí dónde podemos aportar a la transformación y construcción de un mundo más sano, es de ahí dónde podemos seguir aportando a ese gran tejido de cambio y esperanza.
Gracias Mama Cash, gracias a las y los donantes, pero sobre todo gracias a todas las colectividades de mujeres, personas trans e intersex que siguen apostando su tiempo, su energía y su corazón a las justicias sociales, ambientales y climáticas.