La división sexual del trabajo implica la realización de un conjunto de servicios gratuitos definidos socialmente como no productivos, que las mujeres tienen la obligación de cumplir en el marco de la institución familiar. Estos trabajos de reproducción se sintetizan en los trabajos domésticos y de cuidados.
Mientras que las mujeres en situación de marginación y las campesinas viven dobles y hasta triples jornadas de trabajo -pues aunque laboren de manera remunerada o como agricultoras, también son responsables del trabajo doméstico y del cuidado de personas dependientes-, las mujeres que se emplean en el trabajo domestico realizan las mismas tareas en sus propias casas y en las ajenas, lo que también representa dobles y hasta triples jornadas. Además, el trabajo doméstico remunerado es realizado mayoritariamente por mujeres indígenas, migrantes o empobrecidas, y está marcado por la explotación, por el racismo y el clasismo.
El Programa Trabajo Doméstico y de Cuidados evidencia que la división sexual del trabajo atribuye a las mujeres el trabajo doméstico y de cuidados como algo natural, ignorando su valioso aporte a la economía de los países. También visibiliza que el trabajo doméstico y de cuidados, realizado en el ámbito privado, significa una colonización y control de los cuerpos y mentes de las mujeres. El trabajo doméstico y de cuidados no puede ser responsabilidad exclusiva de las mujeres. Nuestra perspectiva ecofeminista de situar la Vida en el centro nos impulsa a construir procesos que conjugan el autocuidado, el cuidado de las y los demás, el cuidado del hogar y el cuidado de la naturaleza.
Enfoques: Reconocimiento y universalización del trabajo doméstico y de cuidados, trabajo de cuidados en el ámbito público, crítica a la construcción sociocultural y económica del amor romántico y su relación con el trabajo de cuidados, ecofeminismo y economía feminista, cuidado y autocuidado feminista, menstruación consciente, relación cuerpo-mente, derechos laborales y bienes comunes.