Conferencia de la ONU sobre el Agua 2023

Desde nuestra participación en la Global Alliance for Green and Gender Action (GAGGA), hemos logrado ampliar nuestra presencia y análisis críticos en espacios relacionados con el clima y el ambiente. En 2021 participamos de manera virtual de la COP 26, con nuestro mensaje a los tomadores de decisiones y hemos contribuido con la elaboración del informe De las feministas del Sur global a los tomadores de decisiones de la COP26: cambio radical para la justicia climática y participado de varios diálogos y redes con valientes y poderosas mujeres del Sur. Con ellas aprendemos mutuamente y, recientemente, nos sumamos a la campaña internacional #LasMujeresSomosAgua. Desde esta vinculación cercana y horizontal, de mujeres y para mujeres, empezamos desde noviembre de 2022 a organizar nuestra participación, junto a otras 5 delegadas, en la Conferencia de la ONU sobre el Agua.
 
Estamos muy agradecidas a la GAGGA y a todas las valientes y poderosas compañeras que hemos tenido la dicha de conocer y con las cuales hemos convivido, reflexionado y jugado juntas.
¡Gracias, compañeras! ¡Sigamos haciendo el camino juntas!

Contexto de la Conferencia

En 1977 fue la primera vez que la ONU se reunió para hablar del agua, en la ciudad de Mar del Plata (Argentina), y elaboró un Plan de Acción, como primer instrumento para la gestión del agua. Los preparativos para esta primera conferencia, empezaron en 1952. En los años de 1971 y 1972, se realizaron varios eventos para lograr esta primera conferencia. El enfoque fue básicamente económico y tecnológico, aunque se destacó la relación entre agua y ambiente, agua y desarrollo humano, agua y producción de alimentos y agua para consumo humano. En esta primera conferencia participaron principalmente gobiernos de los Estados Miembros de la ONU, expertos y empresas.

La Conferencia de la ONU sobre el Agua 2023

46 años después, fue realizada, en la ciudad de Nueva York, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua. Al contrario de la anterior, en esta, la participación de jefes de estado y gobierno fue mínima. De los cerca de 7.000 participantes, estaban presentes organizaciones no gubernamentales, pueblos indígenas de América Latina, Estados Unidos, Canadá, África, Asia y Oceanía, mujeres de diferentes corrientes feministas y académicas.

La conferencia se realizó del 22 al 24 de marzo de 2023, y tuvo como objetivo el de compartir y construir soluciones y buenas prácticas para proteger, gestionar de forma sostenible y garantizar el acceso universal al agua. Fue copatrocinada por los Gobiernos de Tayikistán y los Países Bajos. Contó con una ceremonia de apertura y clausura, seis sesiones plenarias y cinco diálogos interactivos. Además, se celebraron eventos especiales de alto nivel y más de 50 eventos paralelos impulsados por organizaciones no gubernamentales, colectivos, instancias de la ONU y algunos Estados Miembros.

Los grupos de personas e indígenas tuvieron una participación destacada, principalmente desde Asia. Aunque estaban presentes, las mujeres de pueblos indígenas de África y América Latina fue menor. Fueron realizados varios eventos con protagonismo de pueblos y mujeres indígenas, de mujeres del Sur, algunos muy críticos al sistema económico actual y a las políticas extractivas.

Uno de los elementos clave, presente en varios eventos, ha sido el dinero para resolver las problemáticas relacionadas al agua. Para eso, en “la sesión de clausura de la Conferencia, el presidente de la Asamblea General, Csaba Kőrösi, destacó que la cantidad de 300.000 millones de dólares prometidos para impulsar la nueva Agenda del Agua tienen el potencial de desbloquear al menos un billón de dólares de beneficios socioeconómicos y ecosistémicos” (UN Water, 2023).

Los compromisos que serán plasmados en la nueva Agenda de Acción por el Agua tendrán carácter orientativo. Es decir, serán compromisos a ser asumidos por los Estados y las empresas de manera voluntaria, pues no existen mecanismos para asegurar su cumplimiento.

Los resultados y avances logrados en la Conferencia serán revisados durante las reuniones en julio de 2023.


Como percibimos la Conferencia de la ONU sobre el Agua 2023

Como Agua y Vida: Mujeres, Derechos y Ambiente, reconocemos la importancia de la ONU y sus instancias como un organismo orientado hacia la construcción de la justicia y la equidad. Para nosotras fue importante conocer “de cerca” y “ser parte” de esta histórica iniciativa orientada hacia la dignidad de la vida por medio del cuidado del agua.

En este sentido, nos parece que la Conferencia fue un evento catalizador, en el siglo XXI, de las prácticas, ideas, propuestas, soluciones que ya se están realizando desde lo local y desde las mujeres, en especial las mujeres indígenas de diferentes continentes y las mujeres defensoras del agua, del ambiente, de la tierra y el territorio. Sus saberes y prácticas fueron visibilizados durante la Conferencia, y eso es muy importante, genera compromiso, consciencia e inspiración.

Esperamos que las experiencias, pensamientos, posturas políticas críticas de las mujeres indígenas y las mujeres defensoras del agua sean plasmadas en la nueva Agenda de Acción por el Agua, aunque sabemos que los casi 700 acuerdos serán de carácter orientativo, voluntario.

De nuestra parte, seguimos convencidas de que las luchas por la vida digna, en este caso, por el agua como elemento fundamental para la existencia de todas las formas de vida en el planeta, seguirán siendo impulsadas desde abajo, por los movimientos sociales ambientales, ecologistas, ecofeministas, feministas populares; por organizaciones, colectivos y grupos de mujeres que día con día viven en su propia piel las injusticias del agua, las crisis y exclusiones debido a la carencia de agua. Las que viven cotidianamente las injusticias climáticas y ambientales.

El acceso al agua y a la toma de decisiones sobre el agua está mediado por relaciones desiguales de poder. Las problemáticas relacionadas al agua – tanto su distribución desigual, como las derivadas de las crisis climáticas y ambientales – se relacionan con el racismo, la colonialidad, el sexismo y el clasismo. Son las mujeres indígenas, las mujeres de color, empobrecidas, campesinas y migrantes, las que más sufren debido a la falta de agua o a las inundaciones y contaminación.

Durante la Conferencia de la ONU sobre el agua, hemos visto, en los eventos especiales y paralelos en los que participamos, que muchas mujeres proponían “más presencia de mujeres en espacios de poder” y en espacios de “toma de decisiones sobre el agua”, e incluso, la importancia de “invertir en el enfoque de género”.

Como Agua y Vida, sabemos que “más mujeres” en espacios institucionales de toma de decisiones no garantiza que las mujeres históricamente empobrecidas, tengan agua y no sean las principales afectadas por las crisis climática y ambiental. Las mujeres no somos un sector homogéneo, por lo que es necesario, además, una perspectiva interseccional, que reconozca las diferentes opresiones y privilegios que existen entre las mujeres, que reconozca de una vez por todas la colonialidad en la que vivimos y que se convierte, para muchas, el principal eje de poder. Más mujeres “en el poder” no garantiza la justicia del agua.

En este sentido, desde nuestra participación en GAGGA Alliance hemos co-organizado y aportado al evento paralelo sobre la importancia del financiamiento para las organizaciones de mujeres. El evento fue un éxito, en el cual, representantes gubernamentales, donantes filantrópicos, organizaciones de la sociedad civil, defensoras de los derechos humanos ambientales de Nepal, Kenia, Paraguay, Nigeria y México nos reunimos para debatir sobre financiamiento y apoyo para soluciones climáticas y de agua con justicia de género.


En suma, ¿qué proponemos desde Agua y Vida?

Proponemos, junto con GAGGA, que las organizaciones de mujeres, principalmente las organizaciones de base y locales, sean sujetos de financiamiento justo, oportuno, flexible, que les permitan realizar su importante trabajo por el cuidado del agua en condiciones de dignidad.

Crear redes amplias de organizaciones de mujeres, que nos permitan nuestro poder personal y colectivo feminista popular. Redes creativas, irreverentes, redes que hagan otras acciones, redes que constantemente se actualizan – porque este gran sistema sí se actualiza a una velocidad vertiginosa.

Desde las organizaciones financiadoras feministas, seguir presionando para que tengamos más dinero para trabajar por el agua y las mujeres. Las organizaciones de mujeres realizan trabajos que realmente están transformando el mundo. Su trabajo, desde lo local, desde América Latina, Africa y Asia, sí hacen una gran diferencia y permiten la reconstrucción de las relaciones, la recuperación del agua, de la tierra, la reapropiación del territorio y las tecnologías y conocimientos ancestrales.

Las organizaciones de mujeres necesitan dinero para realizar su trabajo. Necesitamos enseñar nuestra mirada para que más organizaciones y personas dedicadas a la filantropía reconozca la importancia de destinar dinero para que nosotras hagamos nuestro trabajo en condiciones dignas.

Reconocer todo el acervo histórico de luchas por la dignidad de la vida, por el agua, por la tierra, por la salud y por la alimentación que existe desde hace más de 500 años en nuestros continentes del “Sur Global”: América Latina, Africa, Asia y Oceanía. Las mujeres desde hace siglos se han organizado para resistir. Desde hace siglos han estado luchando por la vida digna. Nuestra lucha, como mujeres es ancestral. No necesitamos esperar el cumplimiento de Agendas Interinstitucionales. Hagamos nuestra propia agenda con nuestra gente.

Ampliar nuestras voces, desde la diversidad cultural y lingüística que nos representa. Mujeres activistas ambientales, ecologistas, ecofeministas y feministas populares, desde diferentes culturas, territorios e idiomas, estamos pensando lo mismo, queremos lo mismo, soñamos y proyectamos lo mismo. Estamos trabajando en lo mismo. Sigamos juntando nuestras voces, nuestras ideas, compartiendo las prácticas que funcionan y las que no funcionaron, compartiendo el canto, y también el llanto y las penas. Tenemos mucha experiencia. Tenemos mucha sabiduría. Tenemos poder.

Boicotear. No consumir, siempre que podamos, productos que sabemos que, “por detrás”, existen monocultivos, trabajo esclavo, extracción minera. Sí podemos mirar los envases de lo que consumimos: ¿de qué está hecho?

Construir, desde lo local y desde los movimientos sociales, perspectivas de vida, mundo y economía no extractivas. Sí es posible una era pos-extractiva, y esa era requiere de mucha creatividad, voluntad y, seguramente, una ética basada en la distribución justa de los bienes comunes.